sanando desde el amor propio


 Por Omega Gnaibo

A veces, nos toca mirar hacia atrás no para revivir el dolor, sino para recoger los pedazos de nosotras mismas que dejamos en cada etapa y reconstruirnos. Esta es mi historia, una entre muchas, pero con una verdad común: todas merecemos amor verdadero, respeto y plenitud.

Nací en Guinea Ecuatorial. Desde pequeña fui curiosa, y quise entender mi cultura, mis raíces Fang, mi gente. Pero fui criada sin esa conexión profunda con las tradiciones. Y cuando regresé de los Estados Unidos en 2012, con miedo, con dudas, con el corazón herido… me enfrenté a una sociedad que me decía cómo debía vivir como mujer adulta:

“Haz esto. No hagas aquello. que esperas para Casarte. ya tienes trabajo que esperas tener hijas. la f. presión, ansiedad y mas presión”

declaro con firmeza: respeto mi cultura, pero mi felicidad es más importante que seguir la rutina de mi tradición.

Lecciones aprendidas desde el dolor:

A veces creemos que querer a alguien y darlo todo de nosotros es suficiente. Que con esfuerzo todo se arregla. Que si damos más, la relación funcionará. Pero no siempre es así.

El primer error que cometí: no entender ni conocer como funciona la cultura. muy tradicionales
Mi segundo error: poner de prioridad a mi ex olvidándome de mi. el ir a vivir con el sin estar casada.
Mi tercer error: no poner límites.
Mi cuarto error: no quererme lo suficiente.

Durante años pensé que si un hombre me amaba, yo no necesitaba amarme.
me conformé con el. Creí que era lo que merecía.

Volví de los Estados Unidos alrededor de julio del 2012. Tenía miedo a lo desconocido, a la vida que me esperaba en Guinea como una mujer adulta, con todas las presiones sociales y familiares que eso implica. En ese momento, luchaba con la depresión. Me incomodaba la gente, tenía pensamientos negativos constantes y sentía que no merecía nada bueno en la vida.

Además, vivía en una actitud de conformismo: aceptaba lo que la vida me daba sin cuestionarlo, como si no tuviera derecho a aspirar a más.

Cuando conocí a mi ex, no tenía ni idea del peso y la importancia del papel que se espera de una mujer fang tradicional. Fue un despertar duro, porque me enfrenté a una realidad cultural para la que nadie me había preparado.

Respeto mi cultura fang, pero no la comparto del todo. Reconozco que la cultura fang, como conjunto de valores, creencias, costumbres y conocimientos, es una parte esencial de nuestra identidad. 

Sin embargo, mi perspectiva sobre el matrimonio y las tradiciones están profundamente enraizadas en mantener una creencia que emocionalmente nos hace daño. (el sentimiento humano)  Creo en el amor verdadero, y siempre he mantenido —y sigo manteniendo— una actitud positiva. 

hay personas que se burlan cuando hablo de amor. Me dicen: "que es eso de amor, estás perdiendo el tiempo."
Es triste, incluso devastador, ver cómo personas se casan por conveniencia, por interés, o simplemente porque les gusta su pareja, pero sin una conexión profunda. Yo sigo creyendo que el amor sincero existe, y que merecemos vivirlo.

mi perspectiva como hija, madre, amiga, el sacrificar tu paz interior y tu bienestar emocional solo por cumplir con las expectativas sociales o por sostener una relación con hombres que quieren aprender el amor propio, y el amor al prójimo, entonces necesitas hacer una pausa y reflexionar.

Mujeres que lo normalizan. Mujeres que se callan por miedo, por dependencia, por costumbre... o por amor. tenemos que despertar.

No estamos obligadas a cargar con las heridas de hombres rotos que no quieren sanar.
No estamos aquí para salvar a nadie a costa de nuestra propia salud emocional.

Entendí que conformarme con menos sería negarme un amor sano.


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