trata de agradarte a ti mismo


 


Tengo curiosidad por esas personas que creen conocerme solo por tratar conmigo de vez en cuando.
Hay una frase que me gusta mucho: “Hay personas con las que estás, y hay personas con las que eres. Y ahí está la diferencia de todo.” – Rubio José.

La madurez emocional y el autoconocimiento son cosas a las que les dedico mucho tiempo.
Me esfuerzo en analizar y resolver mis emociones, entender mis patrones y mis sombras.
Dedico tiempo a la lectura, a escuchar podcasts de psicología, a aprender un nuevo idioma, a formarme en finanzas y emprendimiento, a tomar mejores decisiones, a practicar minimalismo, a ahorrar e invertir dinero, a cuidar mi cuerpo haciendo ejercicio, y sobre todo, a entender a mi hija de 4 años.

Me encantaría profundizar en temas más interesantes que el simple cotilleo o las conversaciones vacías, pero la mayoría de personas que me rodean no tienen mucho que compartir, así que me toca camuflarme entre ellos para no sentirme completamente aislada.

A veces escucho cómo algunas personas me describen de una forma completamente alejada de quien realmente soy.
Su cerebro crea ideas preconcebidas basadas en lo superficial, sin experiencia real ni juicio crítico.
Se forman opiniones sin tener suficiente información.
Y eso me recuerda que:

Percepción es cómo interpretan desde su cerebro la información que reciben.
Perspectiva es la claridad con la que interpretan a las personas o situaciones, y desde ahí eligen cómo actuar.

En mi vida, las personas con las que soy realmente son pocas:
mi esposo, mis hermanas, y Laura.
Ellos conocen mi esencia, no solo mi apariencia. Con mis hermanas puedo ser yo misma, sin filtros.

En cambio, las personas con las que estoy: compañeros de trabajo, conocidos, familiares, incluso el padre de mi hija – con quien conviví casi cinco años – ninguno de ellos me conoce realmente.
La mayoría solo ve una versión adaptada, nunca la totalidad de mi ser.

La verdad es que nadie sabe lo que significa habitar en mi cuerpo y en mi mente.
Nadie siente mis silencios, mis dudas, mi calma o mi fortaleza interna.
Pero tampoco los culpo.
Somos seres que evolucionan si realmente quieren.
Y aprendí que, cuando eres una persona completa y feliz, cuando te amas de verdad, amas también a los demás y a Dios.
Porque cuando amas, eres libre.
Y desde esa libertad, no tratas de encajar; solo te inspiras, fluyes y buscas agradarte a ti misma antes que a nadie más.



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