tienes que despertar







De la injusticia de haber crecido en unas circunstancias rayanas a la pobreza.
De la preocupación que nos produce nuestro cuerpo al no encajar en los cánones de belleza impuestos por la sociedad.
Esta clase de sentimientos son los que queremos ocultar.

Esa persona es quien somos de verdad.
Ese yo real que se escuda tras la imagen que proyectamos al mundo.
¿Cómo podríamos soportar mostrar este yo al mundo?
Fingimos ser otra persona.
Creamos una serie de programas automáticos y memorizados para ocultar nuestros aspectos vulnerables.
Mentimos sobre quiénes somos, porque sabemos que los convencionalismos sociales no admiten esta clase de personas.
Ese nadie interior es la parte de nosotros que dudamos que los demás quieran y acepten.

Cuando somos jóvenes y estamos construyendo una identidad, es cuando más participamos en esta farsa.
(“Deja de ser tú”, Joe Dispenza)

Pero las personas adultas, al igual que los adolescentes, también tienen inseguridades.
El mundo puede ser un lugar bastante aterrador.
Sin embargo, cuando crees en ti y sabes lo que quieres de la vida, dejas de enfocarte tanto en tus inseguridades.

Si perteneces a un grupo, si formas parte de algo, resulta menos aterrador… más simple de digerir.
Hoy, mientras iba a recoger a mi hija al colegio, por unos segundos empecé a hacerme preguntas, siempre pensando en voz baja.
Tengo tendencia a observar a las personas a mi alrededor.
¿Es esta la persona que soy?

Desde mi perspectiva, todos parecen ser muy felices y perfectos.
Sonrisas fingidas.
Abrazos forzados.
Emociones reales mezcladas con otras falsas.
Al final, te quedas con esa identidad que proyectas, porque todo va unido.
Es como ponerse un traje: todo tiene que encajar y verse bien.

Siempre fui tímida, introvertida e insegura al estar rodeada de personas que aparentaban ser super felices.
A pesar de mis problemas internos, nunca desee estar en el lugar de otras personas.
No sentía, ni siento, envidia.
Siempre me decía a mí misma, por dentro: no quiero ser como ellos ni aparentar lo que no soy.
Si de verdad te agrado como persona, me alegro por ti.

Tuve mis fases en la adolescencia en cuanto a mi forma de vestir.
El debate entre mi yo de dentro y mi yo de fuera.
Me encanta la moda rock. Siempre me gustó.
Pero nací en Guinea Ecuatorial, y la ropa negra es solo para los entierros, según los adultos, mis padres, mis tías.

“Dime cómo te vistes y te diré quién eres.”
En mi humilde opinión, diría que no es del todo cierto.
Si todos asumimos que nuestras personalidades o identidad se reflejan en lo que llevamos puesto, entonces estamos viendo solo lo que la persona muestra por fuera.

Yo me visto de acuerdo a cómo me siento.
Pero no puedo ignorar que la sociedad y la cultura son un factor determinante.
La energía que gastamos en mantener una imagen y reputación ante el mundo… ¿vale la pena?

Mi alma siempre se ha preguntado si, de verdad, vale la pena hacer lo que el mundo y la sociedad esperan y exigen de nosotros.

Despierta… o dormida?


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