African Parents

 

 (reflexión) 😐

Para aquellos de nosotros que crecimos en una familia africana, sabemos que los padres africanos suelen ser dictadores, insensibles, extremistas y, en muchos casos, narcisistas. El niño africano crece bajo condiciones emocionales pésimas y no favorables para su desarrollo interior.

Nuestros padres africanos creen tener derecho a tratarnos de manera abusiva y manipuladora solo por habernos traído al mundo. Es como si fuéramos una póliza de seguro:
“Nuestros hijos son nuestras riquezas.”
Ese es el concepto que muchos padres africanos tienen, viendo a sus hijas como saldo para sus cuentas bancarias. (No aplica a todos, pero sí a una mayoría). Entiendo que esto viene de generación en generación, de abuelos a padres, transmitiendo cultura y tradiciones sin cuestionarlas.

La mayoría de nuestros padres, tíos, primos y hermanos son personas adultas con mentalidad cerrada. Nuestros hijos son nuestro reflejo. Los niños aprenden exactamente lo que ven en sus padres, profesores y el entorno que los rodea. Como progenitor, educas a tu hijo a ser como tú, a pensar como tú, a adoptar tus valores; sin darles espacio para moldear su carácter o decidir qué tipo de persona prefieren ser.

Por eso, su forma de reaccionar, de tratar a los demás y de sentir está basada en cómo fueron educados desde pequeños. Desde niños nos enseñan a suprimir sentimientos, a ser siervos obedientes, y en muchos casos nos convertimos en trabajadores forzados de la familia. En una casa africana, el trabajo es prioridad, luego los estudios, y de últimos los sentimientos.

Con el tiempo creces, y la sociedad te muestra a qué clase social perteneces. Vives en un ambiente donde la escasez y la mentalidad de sabotaje se convierten en armas para asegurar dinero, poder y respeto.

Lo que aprendí:

Mis padres nacieron en familias con pocos recursos. No tengo mucha información sobre mi madre, pero es una mujer tranquila y trabajadora. Mi padre se graduó en España, tuvo muchas oportunidades que rechazó por sus creencias absurdas. Es un hombre culto, trabajador, que ha visto mundo y vivido experiencias únicas. Sin embargo, ninguno de los dos tuvo el valor de cambiar sus creencias. Todo lo que saben de la vida se basa en las tradiciones y cultura de mis abuelos.

Nuestros abuelos no les enseñaron a llenar su propio vaso de amor. Mis padres no se casaron por amor. Por eso, crecí sin saber lo que es el amor propio, crecí buscando amor en personas vacías, crecí con complejos, victimizándome, creyendo que soy el eslabón más débil de la familia, pensando que no merezco nada bueno.

Antes admiraba mucho a mi padre y quería ser como él. Hoy, mi forma de ver y entender la vida ha cambiado. Yo no soy mis padres. No tengo que seguir la rutina de sus vidas. No estoy obligada a seguir tradiciones absurdas. Las respeto, pero no es el camino que elijo para mí.

Así que hoy declaro con fuerza y convicción:

Todo termina conmigo.
Termina aquí, conmigo y mis hijos.
Yo elijo el amor, la libertad, y una nueva historia.

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